Por Roxana Vázquez Rueda
Eliges vivir cuando no te detienes a pensar qué es lo que
quieren los demás de ti o lo que tú esperas de los demás.
Cuando tomas la decisión de soltar el control y disfrutar el
aceptarte y amarte tal y como eres…
¿Será en un día o le antecederán varios días? No sé realmente cuándo,
pero sí quién lo hará: Ese que ha estado observando, silencioso, los
primeros años de tu vida: paciente, atento, amoroso; ese que permite
que te equivoques y te conviertas en un ser fuerte; el que no deja que
nada interfiera con tus propias decisiones. Lo hará ese ¡tu espíritu libre!
¡tú niño interior!
Esperará paciente que le mires de frente y le digas que aquí estás,
presente. Entonces, sentirás que una brisa limpia y fresca te acaricia y,
claramente, lo verás manifestado en VOLUNTAD para transformar
tu vida, en DESEO por hacer lo imposible y en ESPERANZA para
volver a soñar...
La vida nos pertenece en la medida que aprendamos a mirarnos y a
reconocer que no hay “guía” ni “manual” para vivirla. No la atesoremos
o la queramos retener; por el contrario, dejémosla en movimiento como
a ese niño que no se queda quieto en ningún lugar.
Mirarte es ver ese cúmulo de experiencias que, agradables y no tan
agradables, provocan transformaciones en ti; vivencias que te convierten
en un ser único e inimitable. Mirarte es verte en tu interior, sentir el
vaivén de todas tus emociones como algo natural y humano. MIRARTE
SIN INTENTAR DETENER EL TIEMPO PARA SIEMPRE
RECONOCER AL NIÑO QUE EXPLORA, QUE CUESTIONA, QUE
ANHELA, QUE SE MUEVE Y JAMÁS SE RINDE.
Hoy estamos aquí y hemos sentido todos, de alguna forma, la necesidad
de capturar momentos en imágenes pensando que en el futuro estas
conservarán la sonrisa, el abrazo y el beso. En cambio para siempre es lo que
vives segundo a segundo, es la emoción misma que se queda grabada en
el alma. Momentos sin vigencia y sin edad colmados de voluntad, de
deseo y de esperanza.
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