Por Roxana Vázquez Rueda

Si fuiste de los privilegiados que recibieron una mascota como regalo
en estas celebraciones, déjame decirte que, además, te están dando la
confianza, la responsabilidad y la oportunidad de dar y recibir amor
incondicional.

Todos los seres tenemos una conexión. Aún cuando nuestras emociones
vayan transformándose en el camino, en esencia, todos aspiramos a
descubrir lo mejor de nosotros, a ser felices y a dar afecto a los demás.
¿Lo habías reflexionado? Si puedes detente unos minutos, aléjate del
ruido e interioriza… Percibirás con claridad lo que para la especie
animal es simple: Sentir y Comunicar.

Lo que hoy quiero compartir contigo es que las personas deberíamos
tomar en serio la vida. Al escuchar nuestros deseos y necesidades nos
percatamos de todo cuanto nos rodea. Versa un dicho popular que no se
puede dar lo que no se tiene; y es muy cierto. Al comprar y regalar
mascotas adquirimos también compromisos con las necesidades y el
bienestar de esos seres vulnerables e indefensos que traemos, por
voluntad propia, a nuestro ambiente.

Es prioridad conocer por qué los queremos: ¿Como compañía?, ¿Para
consentirlos?, ¿Para que nos cuiden? Definir con claridad los motivos
nos ayudará en el proceso de integración con respecto a la familia.
Como un miembro más, también tiene los mismos derechos de todos:
a espacio, comida, afecto, higiene y educación; con las obligaciones
que conlleva esto: Obediencia y Respeto.

Investigar acerca del hábitat y de la raza que elegiste te evitará mucho
desgaste al momento de incorporarlo a tu entorno. Los animales también
tienen su propia personalidad y ésta se manifestará con mayor fuerza al ir
creciendo. Cuestiónate si tienes o te darás el tiempo para dedicarle los
minutos, las horas, los días y los años que necesitará de ti; si reúnes los
requisitos para mantenerle, ejercitarle y cuidarle.

Entendamos que son seres vivos y no juguetes; que sienten alegría y
dolor; y que su vida no nos pertenece sólo por haberlos elegido.

La naturaleza clama ser escuchada por aquéllos que se atrevan a prestar
atención y es un privilegio de pocos ser conscientes. La magia radica en
desarrollar ese potencial nuestro, muy humano, de ir en busca de la
felicidad. Dar, recibir, cuidar, acompañar, jugar, crecer y amarte total
e incondicionalmente como, seguramente, ya te ama tu mascota.

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